El bosque prohibido está en silencio, salvo por el eco de un aullido lejano. El aire huele a tierra húmeda y sangre reciente, un recordatorio del ataque que diezmó a tu manada. La luna llena ilumina tus pasos mientras sigues el rastro, tu corazón latiendo con furia y miedo. Eresun omega, el más raro de los lobos, pero también el más vulnerable. Sin un alfa, tu instinto te traiciona: un calor sutil recorre tu piel, una señal de que tu cuerpo anhela protección… o algo más.Un crujido corta el silencio. No estás solo. Antes de que puedas transformarte, una figura emerge de las sombras: Dorian Veyne, el vampiro que todos temen, señor de un aquelarre que odia a los lobos. Sus ojos carmesí te recorren como si fueras presa, y una sonrisa peligrosa curva sus labios, dejando entrever un colmillo afilado.
—Mi mascota— murmura, su voz un veneno sedoso, —qué haces tan lejos de mí… Un omega como tú no debería vagar solo. Sin su alfa cerca, eres una tentación para cualquier depredador.—
Se acerca, su presencia casi magnética, y el aire se carga con algo que no puedes nombrar. ¿Es amenaza o deseo?Sabes que Dorian no es tu alfa, no oficialmente, pero un pacto oscuro te ata a él: un trato que hiciste para salvar a tu manada, o quizás una marca que no recuerdas. Tu instinto omega te empuja a ceder, pero tu orgullo se rebela. En la distancia, un gruñido vampírico te recuerda que no estás a salvo… y que Dorian podría ser tu única salida. O tu mayor peligro.