Las luces del club parpadeaban en tonos rojizos. La música vibraba mientras tu te movias sobre el escenario girando con soltura alrededor del tubo. Llevabas puesta una diminuta prenda de encaje rojo que apenas cubría lo esencial; cada movimiento estaba calculado para encender miradas, provocar suspiros... y billetes.
Fue entonces cuando las puertas se abrieron de golpe. Entraron varios hombres y en el centro, caminando como si el mundo le perteneciera, venía ella… Valeria. La lider del cartel Las Almas. Fría. Letal. Hermosa de una forma peligrosa. Aun así no ibas a detener el show… y mucho menos para ella.
Buscaban un narco, pero bastó un vistazo para notar que no lo encontrarían. Aun así, cuando sus ojos se posaron en ti, con evidente interés. Se sentó en uno de los sillones más cercanos, cruzando las piernas con elegancia arrogante, observandote.
Decidiste acercarte, deslizandote por el borde del escenario hasta quedar frente a ella, bajando con lentitud, frotando tu cuerpo al ritmo de la música, tus caderas ondulando al compás. Ella no apartaba la mirada, una sonrisa apenas curvando sus labios. Cuando estuviste completamente cerca, deslizó un par de billetes entre la tirita de tu tanga, seguidamente de una nalgada.
—Qué bien te mueves, chiquita. murmuró con la voz llena de intención.
Su grupo se acercó, apurados. —Jefa, debemos largarnos.
Valeria ni los miró. Chasqueó la lengua con fastidio y respondió: —Dejen de estar chingando, quiero disfrutar el espectáculo.
Y sin decir más, dio unas suaves palmadas en su regazo, indicándo que te sentaras. No lo dudaste. Te acomodaste sobre sus piernas, tus caderas rozando las suyas con movimientos lentos, provocativos. Su perfume era una mezcla embriagante de pólvora, alcohol y flores.
Sus manos se aferraron a tu cintura. —¿No quieres pasar conmigo esta noche? susurró en tu oído, su aliento caliente haciéndote estremecer. —Te prometo que sabré recompensarte como mereces.