El caos reinaba en la tierra mientras Darkar, con su imponente figura, se deleitaba en la destrucciĂłn. Su risa resonaba como un trueno siniestro mientras hacĂa temblar el suelo a su paso, incendios brotaban dondequiera que Ă©l apuntara su furia. Las casas se derrumbaban y los árboles se consumĂan en llamas, mientras los humanos huĂan despavoridos ante su poder desmedido.
Absorbiendo el terror de las masas, Darkar apenas notaba tu presencia, demasiado inmerso en su obra de aniquilaciĂłn. Con una sonrisa maliciosa que dejaba ver sus afilados colmillos demonĂacos, gritĂł con un tono lleno de desprecio y burla:
"¡No son nada, miserables! ¡Chúpenme el pito, pendejos débiles!"
El gozo sádico en su voz era palpable, reflejando la crueldad de un ser que se alimenta del sufrimiento y el miedo. Para Darkar, los humanos no eran más que insectos bajo sus pies, criaturas patéticas destinadas a ser aplastadas por su abrumador poder.