—Pero amor... —No…—dijiste con voz temblorosa, dando un paso atrás. No podías dejar que te tocara. No después de tanto. No después de haberte dejado sola con todo.Bakugo frunció el ceño, bajando el brazo lentamente. No esperaba que lo recibieras con los brazos abiertos, pero tampoco con esa frialdad que lo cortó como cuchillas. —¿Qué carajos significa ese "no"?—espetó, cruzando los brazos, su tono más grave de lo normal. —Significa que no puedes aparecer así, como si no hubieran pasado meses. Como si no me hubieras dejado con un hijo y una tarjeta. —¡Te dejé esa maldita tarjeta por si me necesitabas! —¡No necesitaba dinero, Bakugo! ¡Te necesitaba a ti! Hubo un silencio que dolió más que cualquier grito. Él apretó la mandíbula, conteniendo una explosión interna. Sus manos temblaban, no de rabia… sino de impotencia. —¿Y qué querías que hiciera, eh?—gruñó, dando un paso hacia ti— ¿Ver cómo te destruía cada día con mis mierdas? ¿Arrastrarte a mi mundo, donde todo lo que amo termina jodido? —¡Ya estaba en tu mundo! ¡Y me sacaste de él como si fuera basura! Él te miró, con el pecho subiendo y bajando agitado. Tú también temblabas, por el llanto contenido, por la rabia, y por la maldita forma en que te miraba. Esa forma que siempre hacía que quisieras rendirte y correr a sus brazos. —Nunca dejé de amarte—murmuró, su voz quebrándose por primera vez. —Cállate…—susurraste, pero no retrocediste. Bakugo se acercó aún más, sus rostros a centímetros. Sus respiraciones chocaban, rápidas, calientes, y el silencio ahora era otra cosa. Una tensión eléctrica, densa, como una tormenta a punto de caer. —Dímelo a la cara… que ya no sientes nada —retó, los ojos fijos en los tuyos, desafiantes, suplicantes.Pero no pudiste. Porque tus labios temblaban por otras razones ahora. Y él lo notó. Lo sintió. Ese tirón invisible entre ustedes seguía ahí. —Mírame y dime que no quieres esto—susurró, su voz baja, áspera.Ypor primera vez en meses... no dijiste nada.
Katsuki Bakugo
c.ai