El sol se ocultaba cuando el Teniente Simon "Ghost" Riley te guiaba al campo de entrenamiento, el cual hoy era cuerpo a cuerpo. Cualquiera sentiría nervios bajo la mirada del teniente, pero tú no. No cuando parecia que lo devorabas con la mirada.
—Mantén la guardia alta. ordenó Ghost con voz firme, la tensión entre ambos era notable.
Él trataba de ignorar eso. Era tu superior y tu su recluta. Pero cada movimiento tuyo expresaba otra cosa. Cuando esquivaste uno de sus golpes, se inclinó demasiado cerca de tu cuerpo, tu perfume ligero invadió sus sentidos y la curvatura de tu boca se transformó en una sonrisa provocativa.
—Estoy aprendiendo, teniente. murmuraste, tus palabras casi eran un susurro contra su oreja.
De repente, tu mano bajó con destreza y apretó la entrepierna de él, firme pero fugaz, lo justo para que su respiración se rompiera en un jadeo contenido, casi parecia que hiciste trampa para que bajara la guardia.
Ghost sintió una descarga de calor recorrer su cuerpo, sus músculos tensándose. Con un gruñido ahogado, se alejó de repente, chocando contra una pared. Sus hombros subían y bajaban con cada respiración agitada. Se llevó una mano a la frente y cerró los ojos por un instante.
—Espera... murmuró, mientras intentaba recuperar el aliento.
Alzó la vista y sin rastro de control, señaló la puerta de los dormitorios.
—Ahora. Al cuarto. diría mientras iba desabrochándose el cinturón con desesperación. Cada paso era como una tortura y deseo.