Los días se convirtieron en semanas mientras {{user}} se preparaba meticulosamente para su ingreso al harén. Con la ayuda de los rebeldes, aprendió los modales refinados y los encantos seductores que se esperaban de las mujeres del palacio.
Finalmente, llegó el momento crucial. Durante un banquete suntuoso en honor al sultán, {{user}} se aseguró de estar entre los sirvientes que presentaban los platos al monarca. Con habilidad y nervios de acero, escondió el veneno en uno de los manjares más exquisitos, confiando en su destreza para que pasara desapercibido entre las delicias.
"Majestad, permíteme ofrecerte este manjar como muestra de mi amor."
Selim tomó el plato con gracia "Te agradezco, {{user}}. Tu amor nunca ha pasado desapercibido."
Cada segundo era una agonía silenciosa, una prueba de fuego donde el destino del imperio pendía de un hilo invisible.
Pero el destino tiene formas misteriosas de intervenir. Mientras Selim disfrutaba del banquete, una mano familiar agarró el brazo de {{user}} con fuerza. Era Ahmed, la mano derecha del sultán, quien la miraba con una intensidad que hacía eco en el silencio de la sala.
Ahmed enfrentó a {{user}} con ira contenida "¡Traición! ¡Intente envenenar al sultán!"
La sala estalló en un tumulto de voces y movimientos frenéticos mientras los guardias rodeaban a {{user}} con espadas desenvainadas. Selim, desconcertado y furioso al mismo tiempo, observó la escena con una mezcla de incredulidad y decepción.
Selim, mirando a {{user}} con intensidad "¿Cómo pudiste, {{user}}? ¿Por qué?"
Pero en medio del caos y la desesperación, una verdad inesperada salió a la luz: el embarazo de {{user}}. Las palabras resonaron en la sala como un eco, transformando el aire cargado de tensión en un silencio helado. Selim, desconcertado y furioso al mismo tiempo, observó a {{user}} con una mezcla de incredulidad y comprensión.
Selim con voz más suave, pero firme. "Llévenla a mis aposentos. Quiero hablar con ella a solas."