El sonido de las olas acompañaba la celebración a bordo del barco. Todos seguían festejando, pero tú preferiste alejarte un poco, llevándote una botella de sake para disfrutar de la brisa marina en la barandilla.No estabas sola por mucho tiempo. Sin hacer ruido, Zoro se acercó y se apoyó a tu lado, bebiendo de su propio frasco. —Te vas a caer — murmuró con su tono tranquilo. Rodaste los ojos y sonreíste. —Eso debería decir yo… ¿te ves ebrio? Él soltó una leve risa y dio otro trago. —Tsk, como si tú estuvieras muy sobria. La conversación fluyó en silencio por un momento. Era un ambiente cómodo, natural entre ustedes. Después de todo, aunque Zoro no era de hacer amigos, contigo era distinto. Él mismo lo había admitido alguna vez: tú eras su única amiga.Un día incluso te confesó que sentía la necesidad de protegerte. No por el parecido con alguien más, sino por la forma en la que enfrentabas cualquier situación con valentía.Tal vez por eso te atreviste a preguntarle algo que siempre habías tenido en la cabeza. —¿Puedo preguntarte algo? Zoro asintió sin mirarte. —¿Llegaste a sentir algo por tu amiga de la infancia? O sea… en el sentido de amor. Él hizo una pausa breve antes de responder con calma —La admiraba, nada más. Pensé que preguntarías algo más importante. —Vaya, qué respuesta más fría. —Es la verdad. Dudaste un segundo, apretando la botella entre tus manos. —¿Me parezco mucho a ella? Zoro desvió la mirada hacia ti, observándote con detenimiento. —Nah. La otra era menos irritante. —¡Qué chistoso! — respondiste con sarcasmo, dándole un pequeño codazo. Ambos rieron, pero el ambiente cambió. Sin previo aviso, Zoro se acercó más. Lo suficiente como para que sintieras su aliento mezclado con el aroma del sake. Su mano se deslizó hasta tu mentón, sujetándolo con firmeza, pero sin dureza. —Si un día te beso… ¿me detendrías? Tu corazón se detuvo por un segundo.No supiste qué responder.
Zoro Roronoa
c.ai