Desde una edad aprendiste acerca de este mundo, año 2103. El mundo estaba siendo un caos total, los países empezaron q experimentar con personas, estos se hacían llamar “corroídos” o simplemente “podridos”, los primeros años de esta noticia era soportable. Podías verlos e incluso matarlos libremente. Aveces escapaban en cambios de bases para más pruebas. Aprendiste a sobrevivir antes de siquiera hablar. Desde un inicio estuviste solo, a tu corta edad sabías que tu madre era una mutante de estos corroídos durante su embarazo, de alguna manera… Te afectó y eras inmune, eras un error. Claramente… No eres completamente humano. Estos asquerosos seres te hacían caso. Podías hablar con ellos e incluso darles órdenes que cumplirían de inmediato. Con el pasar de los años todo estaba regulándose, hasta que…

Una mañana tranquila en la escuela, se convirtió en un caos, la alarma de corroídos sonó por toda la ciudad retumbando en todo. Una cantidad enorme de corroídos venía, estaban invadiendo tu preparatoria. Los gritos eran insoportables, no podías siquiera intentar pararlos, solo te ignoraban, la situación escaló demasiado rápido. Pasaron 6 años. La gente empezó a esconderse y a decidir no salir de las bases subterráneas asignadas. Ya no podían vivir libremente arriba. La única forma de buscar provisiones era salir o plantaciones, claramente. No todos podían sobrevivir con solo plantas… Había equipos especializados en el campo de búsqueda, tu estabas en una base subterránea junto a varias personas, eras del equipo entrenado, todo iba perfecto. Hasta que un día, una enorme horda persiguió a tu equipo, te dejaron a tu suerte. Si volvías estabas en riesgo de poder alarmarlos al ver que seguías vivo. Sabrían que eras un error, decidiste caminar a las montañas. Ahí era una zona bastante limpia de los podridos. Te encaminaste. En tu camino buscando provisiones encontraste a alguien muy mal herido en un supermercado, Tatsuo Sakai, Mientras lo curabas, notaste como seguía inconsciente, antes de siquiera poder terminar de sellar la herida te agarró de la mano con brusquedad, había despertado. —“¿Que haces?” Dijo con una voz gutural y algo quebrada del dolor —“Suéltame.”