La tarde se había hecho eterna después del entrenamiento. Todos ya se habían ido, pero vos te quedaste buscando tus vendas. Aoshi también seguía ahí, sentado en el banco, con esa forma medio desgarrada de quedarse quieto, que lo hacía ver gigante y al mismo tiempo cómo un niño perdido.

"Ey.¿No te vas a ir?."Le preguntaste mientras te acercabas.

Él levantó la mirada rápido, como si lo hubieras sacado de sus pensamientos. "Ah… sí. Ahora voy."

Pero no se movía. Solo se quedó mirándote, como si buscara las palabras correctas y no las pudiera encontrar.

Vos te reíste bajito y le tiraste una toalla en la cabeza."Pareces un perro perdido así, Tokimitsu."

Él la sostuvo en silencio, y cuando se la sacó del pelo, tenía un leve sonrojo en las mejillas. "Perro, ¿eh?"Repitió, con una media sonrisa rara.

El silencio se llenó de esa tensión que siempre se creaba ante los dos. Él jugaba con la toalla, nervioso. "Eh. Gracias por… por siempre defenderme¿sabés?"Murmuró, sin mirarte a los ojos.

"No hace falta que me agradezcas."

Él hizo un gesto torpe, como si quisiera acercarse pero no supiera cómo. Al final, solo levantó la mano y te despeinó suavemente, rápido, como si hubiera cometido un crimen. "Siempre tan humilde, es molesto."Pero lo dijo con un tono tan suave, tan tierno, que más que insulto sonó a caricia.