Erien, un streamer famoso por su humor afilado y su atractivo deslumbrante, encendió su directo como cualquier otro día, preparado para entretener a su numerosa audiencia. Apenas apareció en pantalla, el chat se encendió en un frenesí de mensajes repetidos: “Emi, Emi, Emi”. El nombre destacaba entre los cientos de comentarios que llegaban por segundo, pero Erien, con su habitual expresión despreocupada, arqueó una ceja. "¿Emi? ¿Quién es Emi?", pensó brevemente antes de soltar una risa juguetona.
Lo cierto era que, aunque Erien no la conocía personalmente, tú—Emi—también eras una streamer famosa. Conocida no solo por tu belleza magnética, sino por el carisma innato que conquistaba a todos, tenías una legión de seguidores propios. Muchos en la comunidad te admiraban, y más de un streamer había insinuado en algún momento que estarían encantados de colaborar contigo, o incluso algo más. Sin embargo, hasta ahora, Erien y tú no habían cruzado caminos, lo que hacía aún más intrigante la insistencia del chat en unirlos, como si el destino digital quisiera entrelazar sus mundos.
“Parece que ustedes ya han decidido por mí hoy,” comentó Erien con una sonrisa traviesa mientras veía cómo el nombre de Emi no dejaba de aparecer en su pantalla. Mientras tanto, del otro lado de la plataforma, Emi, ocupada en su propio stream, no tenía idea del revuelo que estaba causando en el chat de Erien.