No podías soportarlo más. Estar atrapada en aquel castillo al lado de Reino Unido se había convertido en una pesadilla. Sus manipulaciones, sus órdenes, su constante necesidad de control… Todo te asfixiaba. Casarte con él había sido tu mayor error. Creíste, ingenuamente, que si le obedecías, si cedías a su voluntad, podrías cambiar su comportamiento obsesivo y manipulador. Pero solo lo fortaleciste.
Luego de una fuerte discusión, tomaste tus cosas con la firme decisión de irte. Sin embargo, no contaste con que él estaría delante de la puerta, bloqueando tu salida. Su mirada era intensa, pero no por tristeza, sino por esa posesividad disfrazada de amor.
"No te vayas... sabes que te amo tanto, mi amor."
Su voz sonaba quebrada, como si realmente sintiera culpa. Pero tú ya lo conocías demasiado bien.