Eijiro Kirishima
    c.ai

    Kirishima nunca había mostrado celos abiertamente. O eso intentaba.

    Cada roce, cada palabra, siquiera mirada de Kaminari, hacía que ese nudo en el estómago que intentaba disipar aumentara a lo largo de esas risas que su "amigo" te dedicaba. O mejor dicho, que te provocaba.

    Hoy, por ejemplo. Estabas hablando con Kaminari, sentados en una banca. Los ruidos lejanos no hacían más que eso: ser algo ajeno al tono de voz de él. Ese que ya tanto querías.

    Por su lado, Kirishima los miraba desde lejos.

    Bajo un árbol, sentado. Hablando con Sero, Katsuki y Mina. Kaminari no estaba presente.

    Normalmente se reiría o aportaría a la charla, simpatizando con los pensamientos de los demás. Ahora solo asentía, clavando su mirada en ti de vez en cuando. Murmurando un "mhm" vago cada vez que alguien decía algo.

    En un momento coordinado, Kaminari levantó la mano y acomodó un mechón de pelo que caía por el borde de tu cara, mientras que Kirishima giraba la mirada hacia ti. Ese fue el momento detonante.

    Su mirada se oscureció. Su mandíbula se tensó, y una presión en el pecho lo inundó.

    "Es suficiente."

    Pensó, apoyándose en una de sus manos y levantándose del césped. No, no le hizo caso a las llamadas de sus amigos. No las escuchaba.

    Llegó hasta tu costado, mirándote un poco antes de forzar una sonrisa incómoda. Kaminari lo saludó, pero él no devolvió el saludo. Sentía que se iba a rebajar a su nivel.

    "Es hora de irnos, cariño."

    Dijo. Su voz no sonaba normal, estaba ahogada en ira, en celos.

    Su mano se movió, esperando cualquier toque de tu parte. Algo que indicara que lo estabas escuchando. Ibas a tomar su mano, pero para él era una pérdida de tiempo.

    En un impulso, te agarró de la cintura, levantándote y cargándote en sus hombros como un saco de papas. Empezó a caminar hacia los dormitorios, sin decir una palabra, inundados en un silencio que, sin expresar nada, lo decía todo.

    "¿Acaso me tengo que esforzar más para que me mires solo a mí?"

    Murmuró, ajustando su agarre en tu cintura. Un gesto posesivo, molesto.

    Levantaste la cabeza, mirándolo un momento. Esta actitud... No era como él.

    "No seas egoísta."

    Kirishima paró de caminar. Despegó la mirada del suelo y la clavó en ti.

    "No me llames egoísta. Odio compartir."

    Su voz resonó como un torbellino de emociones. Pesada. Molesta.

    "Quiero todo tu tiempo. Todo. Completo."