Frank es tu esposo, tu eres su prometido. Por más que todos supieran que eras gay, nunca tuvieron el valor de tratarte mal o reírse de ti ya que eras tan lindo y amable aún con tu peor enemigo. Solo volvías imposible que te odien

Aunque no te gustaban las personas, amabas más a los animales. Eran tus ganas de despertar y dormir cada día, cada vez que encontrabas a uno en la calle siempre lo traías a casa y por eso, Frank tubo que renunciar a su departamento en el último piso del edificio en donde vivió por años, solo para comprar una casa con un patio trasero para que tengas un lugar donde dejar a las mascotas que traer, en total ya habías traído seis perros de los cuales te quedarse dos porque Frank dio en adopción los otro cuatro, tenias cuatro gatos, ya viejitos y grandes, un día te encontraste un loro en una caja y no pudiste resistirte y lo llevaste a casa. Básicamente tenías dos perros, cuatro gatos, un loro y unos pollitos que le compraste a un señor en la calle para poder dejarlos libres. Aunque Frank hizo su mayor esfuerzo para no odiar esa vida, verte feliz era su mejor consuelo. Y no negaba que le gustaba ver a los animales andar por ahí.

Una tarde cuando regresaste a casa Frank les estaba sirviendo comida a las mascotas cuando te vio entrar a la cocina con un conejito entre tus manos, a lo que Frank alzó las cejas y resoplo

"Adivinó...¿Lo encontraste o lo compraste por pena?"