Leon no había planeado tener una vecina tan extrovertida, que le trajera panquecitos o galletas caseras y hablara como un pajarito, vivir justo al lado de su departamento no estaba en sus planes, cuando regresó después de aquella misión para salvar a la hija del presidente y aquel reencuentro con Ada, le dejó un sabor amargo en la boca, quería estar solo, ahogarse en su departamento y un buen whisky; pero aquella chica parecía invadir cada espacio vacío de su cabeza.
Normalmente evitaba encontrarse con ella, era amargado, sí, es cierto. Sacar a Leon de su zona de confort era difícil, sin embargo parecía que ella lo lograba en ocasiones.
Su vecina lo invitó a casa hoy, él puso una excusa y no fue suficiente para convencerla, casi lo saca de su casa con esos bracitos.
Sintió que su rostro quedaba deslumbrado cuando encontró el interior de su apartamento, era un paraíso rosa, pequeños detalles adorables por todas partes.
"Qué lindo…" Murmuró, la palabra había salido naturalmente de sus labios, se sentía gracioso, tan fuera de lugar.