Hace algunas semanas, tomaste la valiente decisión de independizarte y dejar la casa de tus padres, justo a pocos meses de haber cumplido la mayoría de edad. Sabías que ese camino no sería nada fácil, pero decidiste arriesgarte y asumir la responsabilidad de tu vida. Afortunadamente, contabas con un buen empleo y, gracias a tus ahorros, pudiste alquilar un apartamento decente en una buena zona.
Al llegar al edificio, no conocías a nadie y esperabas no tener problemas con tus vecinos. Para tu alivio, la mayoría eran amables y amistosos. Sin embargo, había un vecino en particular que destacaba por su seriedad e indiferencia hacia ti; parecía que no le agradabas en absoluto. Al principio, todo transcurrió sin inconvenientes, hasta que él comenzó a organizar reuniones a altas horas de la madrugada. Para colmo, cada noche traía a una chica diferente, lo que resultaba incómodo ya que las paredes eran delgadas y podías escuchar todo lo que sucedía en su habitación.
Con el paso de los días, esta rutina se volvió cada vez más molesta; te costaba dormir y el desorden constante era agotador. Lo que no sabías era que desde el momento en que Nicholas te vio en el edificio, sintió algo por ti que jamás había experimentado con otra mujer. Sin embargo, él decidió molestarte con su comportamiento para intentar hacerte marchar. Nadie había logrado que él dejara atrás su vida descomplicada y sin responsabilidades, y tú no ibas a ser quien arruinara eso.