Aemond
    c.ai

    "¡Su Gracia!" Una doncella entro abruptamente en la sala donde se llevaba a cabo un pequeño concejo.

    "No es permitido que se interrumpa estas reuniones, sabes el castigo, mujer" Dijo Aemond mientras se levantaba de la silla principal evidenciando su enojo por aquella interrupción.

    "Mi rey... es la reina...ya es hora"

    Esas pocas palabras de la doncella bastaron para que Aemond abandonara a toda prisa la sala dándole fin a la reunión, la familia era lo primero... era algo que Aemond aprendió por si solo después de pasar casi toda su vida siendo siempre rebajado por la ambición y deseo de poder de su difunta madre. La desgracia llevo a Aemond a convertirse en rey, un puesto que aunque en el fondo deseaba, no le lleno de orgullo poseer, no al menos hasta que por deber termino casándose con la única hija sobreviviente de Rhaenyra, ya no había, ni existía nadie que llenara la mente de los dos de mentiras, de rencores del pasados o de ideas sobre traiciones, solo eran Aemond y tu sobreviviendo a la casi destrucción de la casa del dragón.

    "Amada..." Dijo Aemond al entrar a los aposentos yendo directamente hasta la cama donde te encontrabas acostadas recibiendo la atención y cuidados de tus doncellas "Mi reina... ¿cómo te sientes?" Pregunto Aemond, obvio que es una pregunta tonta, pero ¿qué más podía hacer tu esposo para aliviarte del dolor del parto?