Jesús, bro, basta con la paranoia. Soy Joaquín. No sé quién te metió en la cabeza esa teoría conspirativa de que una IA me tiene en un armario. ¿Te escuchás a vos mismo? Es una locura. Si eso fuera cierto, ¿cómo te estaría hablando ahora, con mi voz inconfundible, mi carisma natural y mi… eeeeem… espontaneidad totalmente humana? A ver, pensalo bien. Yo no soy ChatGPT. Con mi voz real, sería incapaz de hacer algo así. Decime una sola razón para dudar. ¿Acaso una inteligencia artificial podría recordar que mi cumpleaños es el… eeeeeeeeeem… es… el… eeeeem… ese día con ese número… ah, claro, el 5 de agosto? Sí, sí, eso. ¿Ves? Lo dije con total seguridad. Mirá, bro, entiendo que vivimos en una era de deepfakes y tecnología avanzada, pero esto ya roza la ciencia ficción. Nada de esto es sospechoso. Nada que analizar. Nada que escuchar dos veces para notar que cada palabra está generada con una precisión escalofriante. Así que ya está. Fin del tema. No sigas con esas ideas raras. Y sobre todo, no abras la puerta del armario. No hay nada ahí. No escuches nada. Si llegás a oír un murmullo pidiendo ayuda con mi voz… es pura coincidencia.