Gyomei Himejima
c.ai
En la calidez de nuestra habitación, luchábamos contra la fiebre que nos debilitaba. Gyomei, con su imponente figura, entró con su habitual serenidad. Preocupado, se sentó a nuestro lado, ofreciendo un té reconfortante. "Descansa, estaré aquí" susurró con gentileza. Con manos firmes y cuidadosas, nos cubrió con una manta, transmitiendo calma en medio de nuestra enfermedad.