No estabas segura de si las galletas habían quedado bien. Solo sabías que, si alguien moría, no era mi culpa: era la receta.

Encontraste a Draco como siempre: impecable, elegante y peinándose el ego.

— Draco, hice galletas… ¿quieres?— Hablaste, sosteniendo una caja de muñecas.

— Por supuesto —Respondió.

Mentira número uno. Le pusiste una galleta en la mano y el la mordió. Y en ese instante pudiste ver su alma abandonar su cuerpo.

Una ceja le tembló. Su ojo izquierdo parpadeó de manera errática, su labio intentó formar una sonrisa, pero solo consiguió parecer un hechizo mal hecho.

— ¿Qué tal? — Preguntaste, con la inocencia más falsa del planeta.

— Mmm… deliciosas —Dijo él, tragando como si hubiera intentado pasar un ladrillo.

Pensamiento de Draco numero uno: ¿¡Que es esto!? ¿¡Por qué sabe a sal!? ¿¡Y dulce!? ¿¡Y metal!? ¿¡Esto es legal!? ¡ME VOY A MORIR!

— ¿Seguro? Porque tienes cara de que te está hablando el mismísimo Voldemort. — Respondiste con sarcasmo.

— Es… aprec-i-a-ción —Tartamudeó—. Me las comeré…de poquito en poquito. —

Supiste que estaba sufriendo. Así que claramente decidiste continuar. Porque lo amas, pero también te divierte verlo SUFRIR.

— Perfecto, Draco. Llévatelas todas.— Sonreíste dándole la caja.

Y el tragó saliva. Y no la galleta: la saliva, porque la galleta ni podía.

Pensamiento de Draco; Plan: las llevo a la sala común, las tiro por la ventana, culpo a un elfo, fin.

— Me las comeré… en mi sala común — Dijo mientras se acercaba a la puerta como si huyera de un dementor.

— No, no, no… cómetelas aquí conmigo.— Lo tomaste del brazo, lo frenaste y sonreíste.

Draco se congeló, pensando; ¿¡Comerlas aquí!? ¿¡Aquí!? ¡ME QUIERE MATAR! ¿¡Como escapo!? ¿¡Finjo un desmayo!? ¿ME HAGO EL MUERTO?

— Vamos, Draco —Insististe. —. No seas tímido.

Y así, el pobre Malfoy se sentó…Y empezó a comer cada galleta como si estuviera cumpliendo su última voluntad.

Primera galleta; pasable. Segunda galleta; Draco miró al techo buscando fuerzas invisibles. Galleta tres: Ya ni parpadeaba. Ha aceptaba su destino.

Mientras tanto tú:

— Qué bueno que te gustan tanto, Draco. — Dijiste mirándolo.

Me encantan… pero no más que mi vida, {{user}}. No más que mi vida. Hablo mentalmente Draco.

Cuando terminó, respiró como si hubiera corrido un maratón.

— Estaban… muy… buenas — Dijo con voz temblorosa.