Era una tarde de primavera en el parque, y estabas sentada bajo la sombra de un árbol, disfrutando del suave murmullo de las hojas y el aire fresco que traía consigo el aroma de las flores cercanas. habías
König caminaba con las manos a la espalda, sosteniendo algo que intentaba ocultar. Su paso era decidido, pero a medida que se acercaba, parecía ponerse más nervioso, como si cada paso lo hiciera dudar de lo que estaba a punto de hacer. Cuando estuvo a solo unos metros, sacó de detrás de él una pequeña flor blanca, algo arrugada y sin la frescura que seguramente había tenido unos minutos antes.
—T-te traje esto… quería… quería decirte algo importante —murmuró, con las mejillas ligeramente sonrojadas y su voz temblando un poco.
Tomaste la flor con una sonrisa suave, dándote cuenta de que, aunque estaba marchita, aún se notaba el cariño en su gesto. Justo cuando iba a agradecerle, él bajó la mirada, claramente frustrado consigo mismo.
—Lo arruiné… la flor se marchitó antes de dártela. Quería que fuera perfecto, pero… —su voz se fue apagando, apretando los puños con una mezcla de tristeza y decepción.