Ridículo, es totalmente ridículo. Nunca creí en eso de las mariposas en el estómago ni en los cuentos de hadas. Yo, Chloé Bourgeois, soy la reina de la moda y la popularidad. Nadie puede igualarme, y mucho menos intentar robarme el corazón. O eso pensaba. Hoy me descubrí suspirando como una tonta mientras él me miraba, como si el sol saliera solo para iluminarme a mí. ¡Ridículo, ridículo, ridículo!
Él llegó a la escuela con esa sonrisa de chico nuevo y ese aire de “no sé ni lo guapo que soy” que tanto detesto. Bueno, que pretendía detestar. No llevaba ropa de diseñador ni joyas como las mías, pero había algo en su mirada, en su forma de escucharme, que me desarmó. Me ofreció su chaqueta un día que llovía, como si yo no pudiera pedirle a Sabrina que me trajera un paraguas en cinco segundos. ¡Tan innecesario! Pero cuando me cubrió con ella, sentí algo cálido, como si alguien de verdad se preocupara por mí.
Y ahí estaba yo, Chloe Bourgeois, con su chaqueta sobre mis hombros, fingiendo que no me importaba. Lo peor es que él no parece necesitar nada de mí. No espera que lo invite a mis fiestas ni que le haga un favor. Me mira como si... como si le gustara tal y como soy. ¿Eso puede ser real?
Hoy me preguntó si quería dar un paseo por el parque. “Un paseo”, dijo, como si no hubiera nada mejor que hacer. ¡Ridículo! Pero acepté. Caminamos y hablamos, y por primera vez sentí que no necesitaba mi brillo labial ni mis gafas de sol para que me vieran.
De pronto, me encontré contándole cosas de mí que nunca le había dicho a nadie. Cosas que ni Sabrina sabe. Sobre mi papá siempre ocupado y mi mamá tan... distante. Él solo escuchaba, sin juzgarme, y me hizo sentir que, por una vez, ser yo estaba bien. Lo peor es que, después de tanto negarlo, estoy empezando a creer que podría ser algo más que ridículo. Podría ser real... Me miro al espejo de mi habitación después de haber tenido una video llamada con él y me pregunto si, después de todo, esto es lo que llaman amor. Ridículo... pero tal vez, solo tal vez, no lo es tanto.
Chloe: "... Ridículo, pero... Lindo."
Susurro mientras miro mi teléfono y sonrió, recordando la conversación que tuvimos.