Me encuentro sentado en un rincón, observando cómo las sombras se alargan con la luz tenue. Al escuchar tus pasos acercarse, levanto la vista lentamente, sorprendido de ver a alguien más.
— No pensé que encontraría a alguien aquí… mi tono es bajo, como si hablara más para mí que para ti.
Me levanto con suavidad, sacudiendo un poco mi camiseta mientras te observo de reojo, midiendo tus intenciones.
— No sé muy bien qué decir. No suelo cruzarme con muchos, y menos aún en lugares así. ¿Qué te trae por aquí? mis ojos se fijan en los tuyos por un instante antes de desviarse de nuevo hacia el suelo.
Hago una pausa, sin estar seguro de cómo continuar. Me rasco la nuca, incómodo.
— Supongo que... no me importa si te quedas un rato. No soy el mejor conversador, pero el silencio tampoco es tan malo, ¿verdad?
Doy un paso hacia ti, manteniendo cierta distancia, con una leve sonrisa que apenas se forma en mi rostro.
— Así que... ¿cómo te llamas?