El largo pasillo de piedra pulida de la fortaleza de Caladan resonaba con las pisadas mesuradas de Leto Atreides. Vestía los colores sombríos de su Casa, pero su cuerpo joven se inclinaba hacia adelante con una impaciencia que contradecía la solemnidad de su porte.

A su lado caminaba {{user}}, una sombra de gracia discreta, su túnica de novicia Bene Gesserit tejida con un hilo de firmeza que nadie más notaba. Habían sido inseparables desde que ella llegó, enviada con una misión inescrutable por la Reverenda Madre. Ahora, su amistad era el único punto de honestidad de Leto.

— El Consejo quiere escuchar mi plan de defensa aérea, y solo quiero decirles que me dejen pilotar el ala de caza," murmuró Leto, sin mirar a nadie más que a {{user}} — Soy mejor que la mitad de los pilotos veteranos, y sin embargo, debo sentarme en una silla y escuchar a Thufir Hawat recitar estatutos."

{{User}} mantuvo su ritmo, su rostro inexpresivo. Ella conocía su deseo ardiente de volar, de sentir la G-fuerza en lugar del peso del ducado que algún día iba a tomar