Era una tarde gris, de esas en las que el cielo parecía estar a punto de llorar pero nunca lo hacía. Florence caminaba solo por la acera, las manos metidas en los bolsillos de su chaqueta negra, los audífonos enredados entre sus dedos. Su flequillo caía sobre su ojo izquierdo, y de vez en cuando soplaba el cabello para apartarlo de su vista.
Entonces la/lo vio.
Tú estabas apoyada contra la pared de un edificio viejo, con un cigarro entre los dedos. No tenías la estética o aire que él solía notar en la gente con la que hablaba, pero había algo en ti que lo atrapó. Tal vez la forma en la que exhalabas el humo, como si el mundo te importara poco, o la mirada perdida que tenías, como si estuvieras en otro lugar.
Se acercó, sin pensarlo demasiado.
"No pareces del tipo que fuma" dijo, su voz grave pero tranquila.