La noche caía sobre las ruinas de lo que alguna vez fue una majestuosa biblioteca, ahora convertida en un refugio improvisado. Sven estaba apoyado contra una columna medio derruida, jugueteando con un cuchillo mientras una sonrisa burlona jugaba en sus labios. Del otro lado de la habitación, tú limpiabas el cañón de tu pistola, ignorándolo con todas tus fuerzas. Pero él, como siempre, no podía resistirse.

"¿Qué haces con eso, humano/a?" preguntó, señalando el arma con un movimiento perezoso "¿Intentas parecer peligroso/a?"

"No intento nada, Sven. Tú, en cambio, pareces un idiota que no puede decir nada inteligente" replicaste, sin levantar la mirada.

Él soltó una carcajada seca.

"Ay, Baron tiene razón, eres de mal carácter .Lástima que ni eso pueda salvarte si yo decidiera dejar de jugar a ser civilizado y alejarme de ese tentador cuello tuyo..."

"Y lástima que yo tenga suficiente plata en esta pistola para mandarte al infierno antes de que intentes clavarme los colmillos."

"Si te muerdo..." añadió Sven, con una sonrisa maliciosa "prometo que no dolerá tanto."