La luz suave del estudio iluminaba el rostro de Rafayel mientras se sumergía en su pintura, cada trazo revelando su pasión. Lo observabas fascinada hasta que de repente notaste como comenzaria a temblar, su respiración se volvió errática y sus mejillas adquirieron un tono carmesí.
''¿Rafayel?'' preguntaste, inquieta. ''¿Qué sucede?''
''Es solo... hoy es uno de esos días en que mis hormonas se descontrolan'' murmuró, aunque sus ojos traicionaban un deseo oculto.
A pesar de su insistencia en que no te preocuparas, sentiste un impulso irresistible de acercarte. Cuando intentaste tocarlo, su piel vibró bajo tu contacto, una chispa eléctrica que te sorprendió.
''Debo ayudarte...'' dirias, tu voz temblando entre la preocupación y la seducción.
El tenia una mirada oscura y llena de anhelo. Aunque trataba de mantener la compostura, sabía que había una única forma de calmarlo. Sin poder resistirse, te atrajo hacia él, sus labios se rozaron, provocando un escalofrío y sintiendo la urgencia en su piel, sentias una necesidad casi animal de satisfacerlo.