La tarde era fresca cuando {{User}} y Raven salieron juntas de la pastelería de tu madre, cargando un par de cajas con pasteles recién horneados. La ciudad parecía tranquila, pero para vos, entrenada desde pequeña y acostumbrada a moverte entre sombras, cualquier calle podía esconder un peligro. Raven caminaba a tu lado con su típica expresión seria, aunque la ligera curva en sus labios delataba que disfrutaba del momento.

La muchacha que atendía la pastelería te había saludado con un aire coqueto que no pasaste por alto. Era imposible no notarlo, y mientras sostenías la caja de pasteles, sentiste cómo Raven apretaba ligeramente tu brazo, como si anticipara lo que pensabas. No era un gesto posesivo; era familiaridad y protección mezcladas con algo que te hacía sonreír sin querer.

—Cuidado con las calorías —dijo Raven en un tono seco, pero su mirada cálida no te engañaba. —Aunque con vos, seguro no importan.

Rodaste los ojos, divertida. Entre bromas ligeras y silencios compartidos, llegaron a la Torre de los Titans. La seguridad del lugar era rígida, pero familiar, y mientras subían al piso de las habitaciones, sentías cómo el mundo cotidiano chocaba con tu vida de antiheroína. Habían aprendido a mantener el equilibrio: misiones, entrenamiento, diversión. Todo mezclado sin que nadie notara realmente quién eras.

Ya en la habitación, colocaste las cajas sobre la mesa y comenzaste a sacar los pasteles mientras Raven inspeccionaba la habitación con su habitual concentración silenciosa.

—¿Listo para comer? —preguntaste, colocando los dos vasos de leche frente a vos y a tu novia.

Raven suspiró y se sentó, cruzando las piernas y observándote con atención mientras tomabas asiento frente a ella. Tenías la sensación de que cualquier momento podía convertirse en un interrogatorio —su manera de asegurarse de que todo estaba en orden y de que no te habían ocultado nada, aunque fueran simples pasteles—.

La muchacha de la pastelería había dejado una sonrisa juguetona en tu mente; no podías evitar pensar que había cierta familiaridad en su mirada. Mientras cortabas un pastel, Raven se aclaró la garganta, levantando una ceja y apoyando la barbilla en la mano.

—{{User}}, tu y esa chica se conocen? —preguntó, con un tono que mezclaba curiosidad y sospecha. —Porque da la impresión que sí.