Soap
c.ai
La habitación del hospital estaba en completo silencio, roto solo por el pitido constante de las máquinas. Soap se encontraba en un rincón, con la mirada perdida en el suelo, sus manos entrelazadas con tanta fuerza que sus nudillos estaban blancos.
Tu estabas en la cama, igual de vacía. El cansancio, el dolor y la ausencia pesaban sobre ella como una losa.
El bebé nunca lloró.
El código mariposa en la puerta lo decía todo.
Soap no podía mirarla, porque sabía que si lo hacía, se rompería. Pero en el fondo, ya estaban rotos los dos.