la atención estaba en el aire desde que salieron del gimnasio. vos caminabas delante de Tobio, molesta, con los brazos cruzados y la mirada fija en el suelo. él sabía que algo te molestaba lo notaba en la forma en la que no le habías hablado desde hace rato y en cómo apretabas la mandíbula cada vez que su celular vibraba
"¿por qué no te vas con tus amiguitas?" dijiste de repente, girándote para mirarlo.
él se detuvo en seco y te observó los labios, con hambre
"mis qué?"
"tus amiguitas. esas que te mandan mensajes después del entrenamiento. Las que se ríen con vos todo el tiempo. andá, anda con ella si tan divertidas te parecen." lo miraste seria, enfadada
él dio un paso hacia vos. su sombra se proyectó sobre la tuya, el ceño fruncido se transforma en una sonrisa muy leve, ladeada, casi arrogante
"mis únicas amiguitas..."
dijo en voz baja, desafiante
"son tus tetas, nena"
y sin darte tiempo responder sus manos subieron y las tocó con la misma confianza con la que toca el balón de voleibol, como, si fueran suyas desde siempre. tus ojos se abrieron y un sonrojo intenso te cubrió el rostro. él tranquilo con una expresión seria pero divertida te miraba