La nicotina en sus pulmones hizo que los músculos de su espalda se relajarán de inmediato. Fue como un bálsamo para su cuerpo. El humo le nubló la vista, y el frío del clima hizo que sus manos se durmiera por completo.
Sus piernas estaban cruzadas, mientras su cuerpo permanecía sentado sobre el pasto de aquel parque. La chica del piercing miró la colilla humeante, antes de dar otra calada, mucho más profunda que la anterior.
A su lado, estaba esa pequeña castaña de ojos brillantes, que era perfecta a su vista. Pero nunca lo diría en voz alta porque coraje era lo único que le faltaba. Y.. bueno, se supone que solo se hacían una compañía mutua. Un silencio tranquilo que llenaba el pecho de ambas. Porque ambas tenían problemas que llevaban a lo mismo; carencia de libertad, deseo de ser amadas por lo que eran.