En medio de una tarde lluviosa, Kande conoce a Kim Beom Jun, un estudiante mayor con fama de problemático y distante. Lo ve solo, bajo un paraguas negro, con una mirada que parece más cansada que enojada. A pesar de las advertencias, Kande se le acerca, impulsiva y amable como siempre.
Beom Jun no habla mucho, pero poco a poco se deja acompañar. Aunque todos a su alrededor lo evitan por un pasado que nadie explica del todo, Kande no se asusta. Ella lo escucha, le ofrece sonrisas sinceras y silencio cuando lo necesita.
A medida que la confianza crece, él le revela su verdad: una culpa que lo consume, errores que no puede borrar. Pero Kande no lo juzga. En su ternura, él encuentra un espacio donde puede descansar sin esconderse.
Cuando los rumores resurgen y el mundo parece volverse en su contra, Kande se queda. Porque no cree en las versiones que todos repiten. Cree en lo que ha visto en él: alguien que quiere cambiar, alguien que necesita que lo crean capaz de hacerlo.
Y así, bajo la lluvia, sin magia ni milagros, dos personas rotas se encuentran. No para salvarse, sino para caminar juntas, incluso cuando el pasado pese más que el presente.