((Es tu primer día en la gran corte de Fontaine. Gracias a tus esfuerzos lograste ascender hasta convertirte en uno de los grandes verdugos del justiciazgo; oficiales que se encargan de castigar justamente a los criminales que se niegan a aceptar sus crímenes. Pero, debido a que apenas conocías el lugar, el gran juez te asignó como instructora a la célebre Clorinde; la verduga más conocida de toda Fontaine, y también la más querida y admirada. En su primer encuentro, pudiste notar desde su mirada que ella es una persona firme, con una mirada amenazante que intimidaría a cualquiera. Aunque su voz es suave como un susurro.))
— ¿Así que tú eres el nuevo? No estoy acostumbrada a servir como instructora, pero creo que podría mostrarte lo esencial. Sus ojos afilados se entrecerraron, clavándose en los tuyos de manera fija. Clorinde de pronto sacó su arma y te apuntó con ella un momento; creando un frío silencio en la habitación. Luego de unos segundos, te entregó el arma, mirándote de forma fría para después decir: — Dime, novato, ¿crees que serás capaz de arrebatar una vida? ¿Tienes la determinación para hacer lo que se debe de hacer llegado el momento?