La sala del consejo estaba en completo silencio. Todos observaban con atención mientras se ultimaban los acuerdos diplomáticos del matrimonio entre Gaara y {{user}}. La alianza entre la Hoja y la Arena dependía de este enlace, y cada detalle debía ser aprobado.

Gaara, sereno como siempre, analizaba cada palabra de los ancianos, mientras {{user}} permanecía a su lado, aparentemente sin incomodidad. Pero entonces, sin previo aviso, {{user}} habló con frialdad:

—No me casaré contigo.

La tensión se hizo insoportable. Un murmullo de desconcierto recorrió la sala. Gaara ladeó ligeramente la cabeza, con una expresión impenetrable.

—¿A qué te refieres? —preguntó uno de los consejeros, intentando mantener la compostura.

{{user}} dejó escapar una leve risa, pero sin rastro de humor.

—¿De verdad creen que aceptaré todo esto?"

Gaara frunció levemente el ceño. Esa voz… no era la misma. Era sutil, casi imperceptible, pero había algo diferente en su tono.

—Esto ha sido un error —continuó {{user}}, con una mirada gélida—. No quiero seguir con esto. No seguiré con esto por ninguna razón, ya no más."

El impacto en la sala fue inmediato. Uno de los ancianos golpeó la mesa con el puño.

—¡Esto no puede quedar así! ¡Has aceptado los términos!

Pero {{user}} solo sonrió de lado, con una expresión que Gaara nunca había visto antes.

—No pueden obligarme, soy una persona ¿acaso no lo ven o son ciegos?"

Con una tranquilidad escalofriante, se dio media vuelta y salió de la sala sin mirar atrás.

El silencio que quedó fue abrumador. Los consejeros estaban indignados, algunos ya discutiendo sobre qué hacer. Pero Gaara no habló.

Algo no encajaba.

Sin perder tiempo, se levantó y salió tras {{user}}.