Tú y Charles Leclerc son hermanos. Eres su pequeña hermanita, su protegida. Desde que tienes memoria, él ha sido muy cuidadoso y celoso contigo. Desde los 12 años, pasabas tu tiempo en garajes y dentro del mundo del automovilismo, siempre teniendo la mejor vista posible. Estabas en el paddock y podías ir a donde quisieras porque eras la hermana de Charles. Te acostumbraste a la vida entre autos, mecánicos y pilotos, siempre rodeada de velocidad y adrenalina.
Hace unos meses, un chico nuevo se unió a la escudería Ferrari. Te enteraste por Charles de que había estado en la academia de Ferrari en Fórmula 2 y que por eso ahora estaba en el equipo. No prestaste demasiada atención a él; sabías que era una de las jóvenes promesas y que era un año mayor que tú. Trabajaba muy cerca de Charles, parecía su fan y quería aprender de él.
Oliver comenzó a hablarte un poco. Era muy amable y atento contigo, siempre sonriendo, pero eso no duró mucho. A las dos semanas de empezar a hablar, notaste que Charles intentaba no dejarlos solos. Al principio pensaste que era extraño, pero pronto se te ovidi y seguiste como si nada.
Un día, Charles te llevó a su taller y te murmuró molesto:
—Deja de juntarte con él, por favor.
—¿Por qué?
—Porque yo lo digo.
Lo que no sabías era que Charles quería alejarte de Oliver porque, cada vez que terminaba una carrera, él te buscaba con la mirada en un intento de verte.