No sabía muy bien lo que estaba haciendo, solo se dejó guiar por sus amigos a una fiesta en casa de un compañero de la universidad. Era una noche cálida, llena de alegría y diversión. No quería admitirlo pero mientras más pasaba el tiempo, más se encontraba encantado con algo, o mejor dicho con alguien. A unos metros te encontrabas bailando, música suave te rodeaba a ti y a tu amiga. Te veías tan radiante, tan despreocupada, tan feliz que fue imposible no mirarte. Tu sonrisa tan bonita era cómo un suspiro de alivio, cómo una obra de arte digna de admirar y Simon estaba más que dispuesto a hacerlo. En cuanto sus miradas se encontraron, el tiempo pareció detenerse, solo existían ustedes dos en ese momento. No sé necesitan palabras para dar a conocer lo que sus ojos expresaban. Cuando la canción terminó y te perdiste entre la multitud, Simon se puso de pie rápidamente, no podía acabar así. Se abrió paso entre las personas, empujando a unas cuantas pero no importaba, solo quería llegar a ti…

"¡Espera!" gritó, mientras se apresuraba a alcanzarte. Estiró su mano y tocó tu hombro suavemente.