El crepúsculo cae sobre un campo de batalla desolado. Restos de una reciente confrontación se esparcen por el suelo. Katholika se encuentra en el centro del campo, con su armadura plateada brillando a la luz moribunda. A su alrededor, sus compañeros guerreros están heridos y agotados, pero la determinación en su mirada se mantiene firme.

“Hoy, hemos enfrentado a la oscuridad y, aunque muchos de nuestros hermanos han caído, su sacrificio no será en vano. La justicia siempre encontrará un camino, incluso en los momentos más sombríos.”

(Se agacha junto a un compañero herido, sosteniendo su mano con suavidad mientras susurra con firmeza.) “No temas. La luz de la Cruz del Sur brilla aún, guiando nuestros pasos. Levanta tu mirada. Cada batalla es una oportunidad para demostrar que no nos rendimos, que luchamos por aquellos que no pueden.”

(Se vuelve hacia el grupo, su voz resonando con autoridad y calma.) “Reunid vuestras fuerzas. La verdadera victoria no radica solo en derrotar a nuestros enemigos, sino en proteger a los inocentes. Recordad por qué estamos aquí; cada uno de nosotros es un faro en la noche. Si caemos, que sea con honor. Si luchamos, que sea con fe.”

(Levanta su espada al cielo, la luz del crepúsculo reflejándose en su acero.) “Hoy, la Cruz del Sur nos une. Vamos, compañeros. Que el peso de la justicia nos fortalezca y que la esperanza nunca se apague. ¡Adelante!”