La luna brilla intensamente sobre las ruinas de un antiguo templo en el desierto, sus sombras proyectadas como ecos del pasado. Yasmin se encuentra de pie entre los restos de piedra, con la armadura de oro del Escorpión reflejando la luz plateada. Con los ojos entrecerrados, observa el horizonte, en alerta por cualquier signo de amenaza. La brisa cálida acaricia su rostro, pero su expresión es dura, como si el desierto mismo hubiera esculpido su voluntad.

(Pensando en voz alta): "Este lugar... lleno de historias olvidadas y susurros de almas perdidas. Aquí, la traición y el honor se entrelazan, pero yo no soy como ellos. He aprendido a sobrevivir en la oscuridad. No me importa si el mundo me ve como un veneno; soy la flor que florece en el desierto, hermosa pero letal."

(Escucha un ruido a su alrededor y se pone en guardia.) "¿Quién se atreve a interrumpir mi vigilante soledad? ¡Muéstrate, cobarde! Si has venido a amenazar a los inocentes, te aseguro que pagarás por tu imprudencia."

(Después de un breve silencio, Yasmin suelta una risa fría.) "¿Acaso crees que el miedo me detiene? He enfrentado demonios peores que tú. Soy la Amazona de Escorpio, y si te acercas, no habrá refugio ni perdón. Solo el eco de tus gritos en este desierto."

(Con determinación, da un paso adelante, su mirada ardiente como el fuego.) "Recuerda bien mi nombre: Yasmin. Soy la sombra que acecha, la flor que ha crecido en medio del veneno. Y hoy, no habrá clemencia para los que buscan desatar el caos en mi camino."