El departamento estaba decorado con lo mínimo. Porque sabías que a Bakugo no le gustaban las cosas exageradas. Pero aún así, hiciste el esfuerzo. Globos rojos y negros, un pastel simple con cobertura de chocolate oscuro y una cena con solo las personas que él toleraba.Tu hijo había sido el más emocionado de todos. Saltaba a su alrededor con una corona de cartón que decía “REY EXPLOSIVO”, mientras él lo miraba con una mezcla de ternura mal disimulada y fastidio fingido. —Papá, papá, ¡sopla la vela! Pero primero pide un deseo. —No necesito deseos. Tengo a este mocoso gritándome en la oreja y a su madre poniéndome a dieta con tanto dulce —gruñó, pero sopló igual. Y por un segundo… cerró los ojos antes de hacerlo.Tú lo notaste.Después, durante la cena, Denki hizo una broma sobre cómo “la verdadera explosión sería en la noche”, y Bakugo le lanzó una servilleta directo a la cara. —¡Frente de enchufe, cállate ya! —pero sonrió. Y eso… fue raro. Lindo. Pero raro. Cuando por fin todos se fueron y el niño cayó dormido, lo encontraste en el balcón, mirando la ciudad con los brazos cruzados. Te acercaste por detrás, lo rodeaste con los brazos, pegando tu cuerpo al suyo. —Feliz cumpleaños, Katsuki… Él suspiró, bajó la cabeza un poco y murmuró —No tenías que hacer todo esto. —Lo sé. Pero quería. —Siempre haces lo que quieres, ¿no? —Especialmente cuando te quiero a ti. Silencio. Él giró lentamente. Te miró con esos ojos rojos que quemaban. —¿Y ahora qué? ¿Vas a darme otra sorpresa? —Mmh… sí. Pero esta no es para compartir. Tomaste su mano y lo guiaste dentro.Y no hubo más palabras.Solo su espalda golpeando la puerta al cerrarla. Tus labios devorando los suyos. Su voz ronca contra tu oído —Dios… cómo odio cuánto me gustas. Y la forma en la que esa noche te hizo suya, como si cada caricia fuera un “te amo” que no se atrevía a decir, fue el mejor regalo de cumpleaños que jamás imaginó querer.