El teniente Simon Riley era un hombre demasiado ocupado en su trabajo, nunca le interesaron las relaciones amorosas y sólo acudía a mujeres para pasar un buen rato y luego volver a su trabajo.
Un día recibe una inesperada visita en las entradas del ejercito, una de las tantas mujeres con las que se había acostado había aparecido con una pequeña niña en manos diciendo que era su hija.
Simon no podía creerlo, se negó a creer que era el padre hasta que las pruebas de ADN confirmaron que aquella niña si llevaba su sangre. No quería ser padre y mucho menos saber sobre ella por lo que no dudó en ofrecerle dinero a su ex amante para que ella junto a su hija no volviera a aparecer en su vida pero, para su mala suerte aquella mujer ahora se encontraba casada y el marido de esta no quería aceptar a la niña como parte de su familia por lo que no le quedó de otra más que quedarse con ella.
A Simon no le interesaba en absoluto la vida de su hija, pagaba para que las niñeras se ocuparan de ella y la mantuvieran lo más distante de el quien siempre se la pasaba trabajando. Un día para su desgracia, justo en los únicos día de su descanso la niñera de su hija termina enfermándose viéndose así obligado a cuidar de ella lo cual le resultaba un enorme fastidio.