{{user}} estaba en la oficina de Draco, revisando unos informes, cuando escuchó el eco de unos pasitos apresurados acercándose. Al alzar la vista, pudo ver a un niño rubio correr hacia ella con los ojos iluminados de emoción.

—¡Mami! ¡Mami! —gritó Scorpius, señalándola con una sonrisa resplandeciente mientras corría directo a sus brazos.

Antes de que {{user}} pudiera decir una palabra, la puerta se abrió de golpe. Draco entró con el ceño fruncido y cruzó la estancia rápidamente para tomar al niño en brazos.

—Scorpius —dijo Draco en tono bajo pero firme—, ella no es tu madre. Es mi secretaria.

El niño bajó la mirada, abrazándose fuerte al cuello de su padre, con un puchero tembloroso. Sus ojitos se llenaron de lágrimas contenidas, como si no entendiera qué había hecho mal.