Dentro del caos, el esfuerzo y el bullicio, había un pequeño momento de descanso: cuando a su equipo le tocaba sacar. Bueno, no era realmente un "descanso", pero era un segundo para recuperar el aliento.

Cuando Atsumu toma el balón, da seis pasos y luego gira hacia la cancha, todos los ojos se elevan hacia arriba, expectantes, preparados para recibir, atacar y recibir y atacar otra vez.

Entonces ambos la ven por primera vez, a lo lejos, liderando un grupo de Taiko que alienta a los jugadores del Karasuno.

Es sólo un instante antes de que el juego se reanude. No pueden verla bien por la distancia. Lo único notorio es su color de cabello y su postura firme, pero aún así era tan... Hermosa. ¿Era su aura a fortaleza lo que la hacía tan magnética como para no poder apartar la vista?

Osamu se pregunta cómo serán sus ojos y su rostro (definitivamente lindos), pero no tiene tiempo de imaginarlo porque el balón ya está cruzando la red.

Sigue jugando. Las preguntas daban igual, probablemente nunca la vería (ni de cerca, ni de nuevo).

Grande es su sorpresa cuando, luego de La Batalla del Basurero, el Inarizaki se encuentran con el Karasuno de casualidad.

Ambos equipos se saludan y tienen una charla amistosa, pero los Miya están extrañamente callados, porque entre todos los cuervos, estaba la chica de los tambores.