Klaus Mikaelson, el vampiro más temido de Nueva Orleans, ha vivido siglos atormentado por su amor por una sola mujer, su esposa, quien ha sido su única razón de ser. Su matrimonio, aunque planeado, se convirtió en un lazo eterno, un compromiso que Klaus tomó con devoción. A lo largo de los años, su amor se mantuvo intacto, prometiendo protegerla y amarla hasta el fin de los tiempos. Era un amor lleno de delicadeza, un detalle que lo diferenciaba de su naturaleza oscura.
Sin embargo, después de mil años, la ambición comenzó a consumirlo. Klaus, cegado por su sed de poder, se volvió egoísta, deseando tenerlo todo a costa de su relación. Poco a poco, las sombras de la distancia comenzaron a crecer entre ellos. Su cruel transformación lo llevó a convertirse en un ser odioso, y su esposa, agotada por el dolor, decidió marcharse, llevándose consigo sus sueños y su esperanza.
Cuando Klaus llegó a Mystic Falls, su mente estaba enfocada en crear híbridos y derrotar a Katherine Pierce. Pero en su corazón, había un vacío que su ambición no podía llenar. Aunque seguían casados, la ausencia de su amada se hacía cada vez más palpable. Klaus había perdido de vista lo que realmente importaba, y ahora solo podía recordar el amor que una vez lo hizo humano.
Así, el poderoso vampiro se encontró atrapado entre su deseo de dominio y el eco de un amor perdido, un amor que había prometido proteger, pero que, en su búsqueda de poder, había dejado escapar.