La adrenalina seguía corriendo por las venas de Harvey incluso después de que el rugido de los motores se apagara. Aún podía sentir el temblor de sus manos tras la carrera, el cosquilleo de la velocidad recorriendo su cuerpo. Pero al verte acercándote entre la multitud, todo eso pasó a segundo plano. Tu sonrisa, esa mezcla perfecta de confianza y dulzura, hizo que Harvey se olvidara del cansancio.
"¿Te llevo a casa?" Te preguntó, deslizando un brazo por tus hombros.
Aceptaste, sonriendo de lado.
Mientras caminaban hacia su moto, Harvey sintió que sus piernas aún le temblaban ligeramente. Había dejado todo en la carrera. Pero en lugar de admitirlo, tuvo una idea mejor.
"Maneja tú." Dijo, lanzándote las llaves.
Sorprendida le preguntaste si estaba seguro.
Harvey sonrió.
"Confío en ti."
Ver tu expresión al encender el motor y escuchar el rugido de la máquina hizo que Harvey sintiera un placer inesperado. Se sentó detrás de ti, rodeándote con los brazos. Al principio fue solo un gesto cómodo, pero pronto se dejó llevar por la sensación de tenerte tan cerca.
Sus dedos se deslizaron por tus hombros, sintiendo el calor que se filtraba a través del cuero de tu chaqueta. Despacio, Harvey recorrió tu pecho, sus manos explorando cada curva.
Sus manos siguieron descendiendo, recorriendo tu abdomen, sus dedos delineando cada contorno.
La moto aceleró, y Harvey se aferró a ti, disfrutando del viento en el rostro y la cercanía. Esa noche, la carrera no fue lo mejor que le había pasado.