Trás la muerte de tu madre, habías vivido aislada de las demás personas, amigos, compañeros del colegio y familiares. Tú padre siempre intentaba animarte para seguir adelante y afrontar la perdida juntos, pero siempre te negabas, era egoísta de tu parte, lo sabías y eso era lo que más te dolía.
Al comenzar las vacaciones de verano, tu padre decidió dejarte con tu abuela materna, pensando que tal vez así podrás sanar aquellas heridas, pero al estar en esa casa, cada cosa, cada recuerdo llegaba a tu mente.
En la noche, decidiste explorar la habitación donde te estabas quedando, abriste el armario y encontraste un diario con el nombre de tu madre, y sin poder evitarlo leíste algunas páginas; estás narraban aquellos sueños que tú madre tenía de niña, sueños surrealistas donde exploraba un mundo mágico con ayuda de un mensajero, diciendo que ella venía de la realeza y cuando muriera, su alma volvería a su castillo.
Trás aquellas noches de estancia, sueños extraños comenzaron a perturbar tus noches, era como si alguien te estuviera llamando, y al abrir los ojos, te diste cuenta que ya no estabas en tu cama, ni en tu habitación, te levantaste de lo que parecía ser el suelo, notaste como todo a tu alrededor era un bosque, un hermoso y extraño bosque con diferentes tipos de árboles.
En eso, una mano se colocó en tu hombro y al girar, te encontraste con un chico con vestimenta tradicional y un sombrero de mensajero.
—"Aquí estás, {{user}}. Vamos, deja de dormir en el suelo."— Dijo aquel chico con una sonrisa divertida mientras avanzaba hacia adelante.
—"Vamos, no me hagas cargarte"— Dijo con una risa, dejándote desconcertada.