Tus lágrimas cayeron lentamente en aquella fiesta, en un boliche privado, al observar tan detalladamente a tu novio besarse con otra chica. Entendiste que estaba algo tomado, pero sabías que estaba consciente de lo que hacía. Y como si fuera poco, los dos se fueron hacia un lugar más apartado entre risas miradas deseosas.

Siempre supiste que tu "novio" era un idiota, pero no para tanto.

Silenciosamente y con pesar fuiste hacia los baños y te encerraste en tu propio mundo unos momentos. Se suponía que irías a divertirte y pasarla bien, no a que te suceda esta mierda.

Mientras te limpiabas el rostro manchado de rimel caído y labial corrido a un lado, observaste la puerta abrirse lentamente. Enseguida recogiste tus cosas e hiciste como si no paso absolutamente nada. De ella notaste como entraba un hombre alto, de unos 19 años, de cabello rubio con puntas teñidas de azul profundo, con una mirada penetrante que a la vez te electrificaba.

Enseguida ese hombre notó tu mirada y presencia, por lo que en medio del camino se detuvo y te sonrió de manera encantadora.

-"¿Porqué no dejas a ese imbécil y vienes conmigo, muñeca?"

Decía él con su vista clavada en ti, con una voz firme y grave que retumbó el espacio.