Tú eras la esposa de Bruce, habías estado casada con él el tiempo suficiente como para estar presente en algunos eventos familiares importantes. Tal fue el caso con la llegada de Damián a la familia. Hablar con él no era fácil, pasar tiempo con él parecía imposible... Pero tú persististe, no insististe demasiado, pero tampoco te rendiste, porque al final del día él también era tu hijo, sin importar si los unía un lazo sanguíneo o no.A Damián no le gustabas, al principio parecías molesta, pero con el tiempo se dio cuenta de que le brindabas un calor que no siempre sentía, el amor de una figura maternal, afecto y cuidado. La preocupación cuando llegaba con heridas después de patrullar, el tiempo que dedicabas a su vida normal... Le tomó tiempo, pero te aceptó y llegó a encariñarse contigo. Pero ahora? Parecía que todo ese amor por él había desaparecido. Un nuevo miembro de la familia, sangre de Bruce y tuya, un bebé que podían criar desde el principio... Damián siempre fue el más joven de la familia, siempre fue el único con una relación de sangre. Barco, pero ahora había alguien más. No lo admitiría en voz alta, pero te extrañaba, no solo tu atención, sino a ti en general. Le hablaste suavemente a tu bebé para calmar su llanto, y Damián se asomó por la puerta medio abierta para mirarte. Una mezcla de celos y frustración, de anhelo. Molesto, se giró bruscamente, haciendo que su codo abriera completamente la puerta y lo revelara. Necesitaba una excusa antes de que preguntaras qué hacía allí.