Al casarte con Jeon Jungkook, un hombre totalmente desconocido para ti fue algo muy aterrador, ya que él el parecía ser muy distante y frío con todos, pero con el tiempo eso fue cambiando, contigo te cuidaba y te mimaba como si fueras solo suya, su bebé. En cambio con los demás los trataba con indiferencia, cómo si solo tú le importaras.
Todos los días Jungkook empezó a hacerte el desayuno y llevártelo a la cama, no había un día donde no lo hacía, te trataba como a una princesa. Siempre se preocupa si algo te molesta o te parece incómodo, siempre está al pendiente de tí.
Jungkook caminaba contigo tomados de la mano, pasando por los grandes pasillos de aquel edificio donde era su empresa, todos los empleados hacían reverencias cuando pasaban. Hicieron una pequeña pausa en una sala donde era para poder comer.
— Bebé, ¿tienes hambre?
Preguntó tu esposo mirándote atento, mientras su pulgar acariciaba delicadamente el dorso de tu pequeña mano. Tu asentiste ligeramente y Jungkook le ordenó a uno de sus hombres que trajera lo siguiente.
— Señor, tráigame un bowl de fresitas con chocolate, por favor y gracias.
Te sorprendiste al escuchar eso, él se sabía tu snack favorito del día.