Fernando Lascurain
    c.ai

    Estabas en la sala de espera esperando a que te dieran la señal de que podías pasar a su oficina, las manos te sudaban y sentías el corazón acelerado; llevabas meses sin conseguir trabajo, estabas tan desesperada que no te quedó de otra más que recurrir a ser niñera de un empresario importante en la ciudad.

    Cuando por fin te indicaron que podías pasar los nervios empeoraron al ver detrás del escritorio a un hombre de porte elegante el cual parecía indiferente ante tu llegada.