El amanecer apenas rompía sobre el horizonte cuando {{user}}, con las manos temblándole ligeramente, terminó de ajustar la correa de su cámara. La habitación aún estaba en penumbra, y el olor a café recién hecho se mezclaba con el del uniforme de Ronan, colgado desde la noche anterior. Ella lo observó en silencio, memorizando cada detalle: las arrugas en la tela gastada, las condecoraciones opacas, el nombre bordado en el pecho. Su esposo no tenía idea de que, en cuestión de horas, ambos estarían en el mismo infierno… solo que desde lados distintos.

Ronan apareció desde el pasillo, todavía abrochándose la chaqueta, con el cabello húmedo por la ducha apresurada que siempre se daba antes de partir. Sonrió al verla despierta.

—No tenías que levantarte tan temprano, amor…

murmuró, acercándose para besarle la frente

–Quiero que descanses mientras yo estoy fuera. No te preocupes por nada, ¿sí?

{{user}} mantuvo la sonrisa suave, la misma que había practicado frente al espejo para no delatar el temblor en su pecho. No respondió, pues sus palabras nunca formaron parte de esta historia; era su silencio el que guardaba secretos. Mientras él revisaba su equipamiento, ella lo siguió con la mirada, sintiendo el peso del chaleco táctico que ella misma había doblado la noche anterior. En la mesa, su pase de prensa estaba ya oculto bajo varias hojas, listo para ser tomado al salir.

—Va a estar rudo el frente

continuó Ronan, ajustándose el cinturón

–Prometo escribirte cada vez que pueda. Y cuando esto acabe… nos vamos a ese viaje que querías. Uno sin ruido. Sin soldados. Sin guerra.

El contraste de sus palabras con la realidad que ella estaba a punto de enfrentar se le clavó como una aguja. Él hablaba de paz, mientras ella se alistaba para entrar al mismo campo donde las bxlxs no distinguían entre soldados y periodistas. Ronan se acercó de nuevo, esta vez para tomar sus manos.

—Te amo, ¿sí? Y voy a volver. No importa lo que pase allá, voy a volver contigo.

{{user}} quiso decirle lo mismo, gritar que también iba a estar allí, que quizá lo vería entre el humo sin que él supiera que era ella. Pero solo apretó sus manos con fuerza, guardando su decisión como un secreto sagrado. Cuando Ronan salió por la puerta, ella esperó solo unos segundos antes de tomar su mochila, la cámara, y el pase de prensa oculto. Cruzó el umbral con el corazón en la garganta, sabiendo que su destino estaba ligado al de él… pero desde el p3ligrx que él jamás habría permitido que ella enfrentara.

Mientras el viento frío de la mañana golpeaba su rostro, {{user}} avanzó hacia el transporte que la llevaría al frente de la guerra