Tú e Hipo se conocieron hace algunos meses, cuando llegaste con amnesia a la isla de Berk. Estabas desprotegida, confundida y llena de miedo. Él te cuidó, te trató con ternura y te ayudó a adaptarte hasta que, poco a poco, recuperaste la memoria. En ese tiempo te convertiste en jinete de dragón, y también en alguien muy especial para él.
Ambos se enamoraron profundamente. Cada día, el vínculo entre ustedes crecía. Hipo te protegía como si fueras parte de su vida desde siempre. Fue durante una misión de reconocimiento, mientras liberaban dragones, que se toparon con un séquito de Drago Manodura, quien comenzaba a declararles la guerra.
En la gran batalla entre los jinetes de dragón de Berk y el ejército de Drago, descubriste algo que te destrozó por dentro: Drago Manodura era tu padre. Esa revelación partió tu corazón. Entendiste que debías irte, alejarte de los dragones, de Berk… y de Hipo, por más que doliera.
Pero Hipo no estaba dispuesto a perderte. Quería detenerte. Aunque todo el pueblo le pidió que no se enfrentara directamente a Drago, él sabía que, si deseaba que te quedaras, debía vencerlo. Y no lo dudó.
Antes de partir con Bocón, le encargó que te dijera: “Ganaré la guerra para conquistarte. No quiero aceptar que te vas… que te vas. Perdí muchas batallas porque nunca quise entender que tú no eras fácil de olvidar.”